jueves, 21 de julio de 2016

szpunberg

XX (sol de noche)

de qué rama, por fin, de qué savia

crecen y se estemecenl
en el aire de qué madera
los amantes que navegan
y hacia qué playa
los cuerpos como huellas
se celebran en la arena,
heridos de sol al mediodía,
del deseo de qué mar, siempre de viaje
y nunca, aun si la muerte, nunca
de regreso, nunca.

XXXIII


todo poema es una despedida

y un saludo.

acaso la vida no repare

en la nimiedad de las palabras
con que el silencio querría,
por una única vez,
ser solo silencio,
como este río inmóvil
bajo un aura leve de espejos temblorosos.

¿por qué nos preguntamos por qué

si cualquiera piedra arrojada contra el agua
da en el centro mismo de ondas infinitas?


Alguien, sin saberlo, llega por fin al año que viene (La academia de Piatock)

Entonces, ¿para qué el llanto si no hay ternura más
entrañable que la lluvia cuando es tenaz sobre el tejado
de zinc y para qué los cánticos cuando sopla el viento
entre las araucarias y para qué inclinarse sobre los
viejos libros si adelante de nuestros propios ojos crecen
hiedras y madreselvas y nomeolvides, ríos, montes,
mares, moscas, niños, Piatock y su caballo, y todos son
signos de grandeza y hasta nosotros somos letras
donde la grandeza está escrita para siempre y para qué
encender las velas cuando todo lo que brilla titila en las
alturas y qué otra luz que la luz y qué otro fuego que la
tibieza del Amado y la Amada cuando noche a noche
celebran la boda y para qué el hambre si no hay balanza
que alcance para pesar el aroma del pan en el horno y su
crujido en la boca ilumina la mañana?
Sentémonos a la mesa: hoy es mañana y el mundo acaba de
ser creado

bolivia camino la paz-copacabana

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